Entrevista a Inés Leal, Tecma Red

Inés Leal

Hoy tenemos el placer de presentaros a Inés Leal, arquitecta, asesora experta de ESG, Co-Directora de IA Lab COAM y Socia fundadora de Grupo Tecma Red, grupo editorial líder en información profesional sobre Energía, Sostenibilidad y Nuevas Tecnologías en la Edificación y la Ciudad.

Desde tu formación inicial como arquitecta en la ETSAM hasta tu posición actual como una figura clave en la intersección de la edificación sostenible, la tecnología y la comunicación, ¿cómo ha sido el viaje formativo que te ha permitido construir este perfil tan polifacético?

IL: Mi trayectoria profesional se ha construido sobre la base de una formación técnica sólida complementada con un aprendizaje multidisciplinar. Estudié arquitectura en la ETSAM y posteriormente me especialicé en Análisis y Dirección de Proyectos Inmobiliarios en ICADE. Además, en los últimos años he complementado esta formación con el Certificado IC-A en Buen Gobierno de las Sociedades del Instituto de Consejeros-Administradores de España.

Esta combinación de conocimientos arquitectónicos, gestión y gobernanza me ha proporcionado una notable visión estratégica global del sector de la edificación e inmobiliario. Con esta base, siempre he buscado experiencias y conocimientos que ampliaran mi perspectiva: trabajando en iniciativas de construcción sostenible, eficiencia energética, energías renovables y ciudades inteligentes, adquiriendo un conocimiento transversal sobre mercado, normativa, negocio y tecnología en edificación. Toda esta trayectoria formativa y profesional ha sido esencial para cofundar Grupo Tecma Red en el año 2001, una iniciativa pionera dedicada a generar información y conocimiento sobre sostenibilidad, energía y nuevas tecnologías aplicadas a edificios y ciudades. Durante estos 25 años, mi perfil se ha vuelto polifacético casi de forma natural: la arquitectura me proporciona el enfoque técnico, la comunicación me permite transmitir y amplificar el conocimiento, y la tecnología es un hilo conductor para explorar innovar y la visión de futuro. Haber acumulado experiencia multidisciplinar me ha ayudado también a entender el lenguaje de distintos actores profesionales y a conectar los puntos entre necesidades técnicas, estrategia empresarial y divulgación.

En resumen, mi principal objetivo ha sido el de nunca dejar de aprender y de moverme entre disciplinas, sin perder de vista las tendencias tecnológicas emergentes que hoy definen el futuro de la edificación y el urbanismo.

Grupo Tecma Red nació hace más de dos décadas, en un momento en que la sostenibilidad y la eficiencia energética no estaban en el centro del debate. ¿Qué visión te impulsó a apostar por estos temas de forma tan pionera y cuáles fueron los mayores retos a la hora de sensibilizar y convencer al sector en sus inicios?

IL: En el año 2000, cuando empezamos a gestar Grupo Tecma Red, intuíamos que la sostenibilidad iba a ser un pilar ineludible de la edificación, aunque en aquel momento fuese un tema incipiente ya había señales. Nuestra visión partía de la preocupación por el impacto ambiental de los edificios y las ciudades, unida a la convicción de que las nuevas tecnologías iban a transformar el sector. Acuerdos como el Protocolo de Kioto (1997) o las primeras directivas europeas de eficiencia energética en edificación nos indicaban ya la hoja de ruta del futuro.

Detectamos una necesidad de información y rigor en estas cuestiones y apostamos por crear una empresa de comunicación profesional on-line enfocada en energía, sostenibilidad y nuevas tecnologías en la edificación y la ciudad, algo inédito en España en ese momento. Quisimos adelantarnos al debate y ser catalizadores del cambio, ofreciendo información y conocimiento especializado incluso antes de que la normativa lo exigiera. Fue una decisión pionera: en el año 2000 prácticamente nadie hablaba de edificios de consumo casi nulo o ciudades inteligentes, pero creíamos firmemente que era cuestión de tiempo que esos temas fueran centrales.

Los retos iniciales fueron enormes. El primero, sensibilizar a un sector tradicionalmente conservador. A comienzos de los 2000 costaba convencer a muchos profesionales y promotores de que la eficiencia energética o la sostenibilidad no eran meras modas, sino la dirección obligada del mercado. Tuvimos que evangelizar mostrando datos y casos de éxito internacionales, traduciendo conceptos técnicos a beneficios tangibles (ahorros económicos, valor añadido, cumplimiento futuro de normativas). También nos enfrentamos a la falta de regulaciones locales al inicio: España no incorporó exigencias serias de eficiencia energética en su normativa hasta mediada la década (el Código Técnico de la Edificación introdujo el DB-HE de Ahorro de Energía en 2006-2013, alineándose con las directivas europeas). Esto significaba que en nuestros inicios predicábamos en un cierto vacío regulatorio, y tocó convencer con visión y evidencia científica más que con obligación legal. Otro desafío fue crear audiencia y credibilidad en formato digital cuando Internet aún estaba despegando. Lograr que arquitectos, ingenieros y empresas confiaran en medios online y participaran de nuestros congresos y portales temáticos (Construible, Casadomo, Eseficiencia, Esmartcity y Smartgridsinfo) requirió demostrar rigor técnico y utilidad práctica.

<Recuerdo que al principio muchos se mostraban escépticos: hablábamos de edificios sostenibles cuando la prioridad del promotor promedio era otra>

Pero poco a poco, con mucha persistencia, fuimos generando comunidad y aliándonos con instituciones visionarias. En resumen, la visión pionera fue apostar por la convergencia de sostenibilidad y tecnología en la edificación antes de que fuera tendencia, y el gran reto estuvo en mover la inercia del sector, pasando de la indiferencia inicial a ir creando concienciación. Hoy, tras más de 20 años, vemos cómo aquellas ideas iniciales se han vuelto corrientes principales, y me enorgullece haber contribuido con nuestro trabajo a esa transición sostenible de nuestro parque edificado desde los inicios.

Has logrado consolidar un modelo que fusiona la arquitectura con la comunicación y la tecnología. ¿Cómo se retroalimentan estas tres disciplinas en tu día a día?

IL: En mi actividad cotidiana las tres disciplinas, arquitectura, comunicación y tecnología, están en diálogo constante, y se potencian mutuamente. Por un lado, mi formación y experiencia como arquitecta aportan el conocimiento técnico y la credibilidad necesaria para generar información y conocimiento experto de calidad y eso me permite comunicar y asesorar con rigor a sectores transversales, políticos y profesionales, relacionados con la edificación y la ciudad.

A la vez, la comunicación enriquece a la arquitectura: gracias a mi rol comunicativo estoy en permanente contacto con múltiples profesionales de los sectores de la Sostenibilidad, la Energía y las Nuevas Tecnologías, lo que me permite estar siempre al tanto de lo último en normativas e innovación. Ese flujo de información me mantiene al día, me inspira y es un aprendizaje continuo. Además, la comunicación tiene un efecto feed-back, al recibir las reacciones de la comunidad profesional, detecto qué inquietudes tiene el ecosistema profesional, y puedo identificar áreas donde hace falta más desarrollo o pedagogía.

En mi opinión, la interrelación de arquitectura, comunicación y tecnología tiene mucho sentido. La arquitectura proporciona reflexión intelectual y entendimiento técnico; la comunicación multiplica el impacto de ese conocimiento, conectándome con la comunidad profesional; y la evolución tecnológica genera continuamente tanto nuevos temas a comunicar como facilita el propio proceso de la comunicación. Mis competencias profesionales reflejan esa mezcla y cada faceta impulsa a las otras; esta retroalimentación me mantiene siempre motivada y actualizada, y creo que es clave para afrontar los retos contemporáneos de la edificación y la ciudad con una visión holística.

Se habla constantemente de los fondos Next Generation como una oportunidad histórica para la rehabilitación energética. Desde tu posición de observadora privilegiada, ¿se está aprovechando realmente este impulso?

IL: La llegada de los fondos Next Generation EU ha supuesto, sin duda, un antes y un después para el ecosistema de la rehabilitación en España. Desde mi punto de vista, ha sido un impulso histórico que ha permitido movilizar recursos y poner la eficiencia energética y la rehabilitación del parque edificado en el centro del debate público y político.

El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia español ha destinado unos 6.800 millones de euros específicamente para la renovación de edificios residenciales y públicos. Gracias a ello, el sector ha vivido un crecimiento notable de la demanda en los últimos años, impulsado por programas como el PREE 5000, el PIREP o las ayudas a la regeneración de barrios y vivienda social sostenible, además de la creación de ventanillas únicas para facilitar los trámites.

Ahora bien, con el horizonte del 31 de agosto de 2026 como fecha límite para la ejecución y justificación de los fondos, la cuestión clave es qué ocurrirá después. Muchos proyectos deben cerrarse y justificarse adecuadamente antes de esa fecha. En 2025 y 2026, probablemente veremos una aceleración del sector para cumplir los plazos, y será fundamental que todos los agentes implicados (promotores, arquitectos, constructores, comunidades de vecinos, ayuntamientos, etc.) puedan culminar sus proyectos sin comprometer la calidad o la sostenibilidad financiera.

También es cierto que, pese al esfuerzo financiero sin precedentes, los datos muestran que seguimos lejos de los objetivos marcados. Entre 2021 y 2023 se rehabilitaron algo menos de 103.000 viviendas, y según el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España, incluso duplicando ese ritmo no se alcanzaría la meta de 355.000 actuaciones previstas en el Real Decreto 853/2021. Esto demuestra que, aunque el impulso de los fondos Next Generation ha sido determinante, el reto estructural sigue siendo enorme y exigirá mantener, e incluso reforzar, las políticas y los incentivos más allá de 2026 para consolidar una verdadera cultura de rehabilitación energética en España.

Como codirectora del IA Lab del COAM, estás en la vanguardia de una de las mayores transformaciones de la profesión. Para el arquitecto que aún lo ve como algo lejano o con miedo, ¿cómo va a cambiar la Inteligencia Artificial su forma de diseñar y gestionar proyectos en los próximos años?

IL: Lo primero que le diría a cualquier profesional del sector de la arquitectura es que mire a la Inteligencia Artificial (IA) como una aliada, no como una amenaza. Es comprensible sentir cierto vértigo –a todos nos pasa con las tecnologías disruptivas– pero la IA no viene a sustituir al arquitecto, sino a potenciar su trabajo. De hecho, “la aportación de valor de un arquitecto no puede ser sustituida por la IA”, tal como solemos insistir en el IA Lab COAM; la creatividad, el juicio crítico y la visión holística del arquitecto seguirán siendo insustituibles, mientras que la IA será una herramienta poderosa para optimizar procesos, ahorrar tiempo y tomar decisiones más informadas.

En los próximos años veremos cómo la IA se integra de forma natural en varias etapas del proceso arquitectónico. Quien incorpore estas tecnologías podrá diseñar con más conocimiento, trabajar de forma más eficiente y ofrecer un mejor servicio en un mercado cada vez más exigente. En el IA Lab COAM justamente acercamos la IA a la profesión, con ejemplo prácticos y casos de uso reales. Y algo crucial, trabajamos para asegurar que la ética y la creatividad humanas guíen su uso.

Los Edificios de Consumo de Energía Casi Nulo (ECCN) ya son un estándar. ¿Cuál es el siguiente gran salto cualitativo que debemos dar? ¿Hablaremos pronto de edificios de energía positiva como la norma y no la excepción?

IL: Sin duda, el siguiente gran salto cualitativo va más allá del estándar de Edificios de Consumo de Energía Casi Nulo. En el marco de los objetivos europeos de descarbonización del sector de la edificación hacia 2030 y 2050, el foco ya no estará únicamente en reducir el consumo energético de los edificios, sino en abordar todo su ciclo de vida: desde los materiales y procesos constructivos hasta su operación, mantenimiento y eventual reutilización. La sostenibilidad dejará de medirse solo en términos de demanda energética, para integrar también la huella de carbono incorporada y la capacidad de los edificios de producir, almacenar y gestionar su propia energía renovable.

El salto natural será hacia edificios de energía positiva, capaces no solo de cubrir su demanda energética sino de exportar los excedentes a la red, contribuyendo activamente al sistema eléctrico. Esto se alineará con la expansión de comunidades energéticas locales y la concepción de los barrios como verdaderas infraestructuras energéticas urbanas, donde los edificios, equipamientos y espacios públicos se interconecten mediante redes inteligentes (smart grids) que equilibren generación, consumo y almacenamiento a escala de distrito.

La rehabilitación del parque existente es otro de los grandes retos. No basta con construir nuevos edificios eficientes:

<la descarbonización real pasa por transformar los millones de m² ya construidos>

Integrar soluciones de generación renovable en edificios existentes exigirá innovación técnica, normativa y financiera. Aquí, las comunidades energéticas y los modelos cooperativos jugarán un papel esencial para hacer viables proyectos colectivos de autoconsumo y balance energético positivo.

Todo esto requerirá también una profunda modernización de las redes eléctricas urbanas, capaces de absorber flujos bidireccionales y gestionar de forma inteligente la energía producida por miles de pequeños generadores distribuidos. Los edificios dejarán de ser consumidores pasivos para convertirse en nodos activos del sistema energético, aportando estabilidad, resiliencia y flexibilidad.

En mi opinión, y como conclusión, el futuro inmediato de la edificación se debe enfocar en tres ejes complementarios: la descarbonización integral del ciclo de vida de los edificios, la autosuficiencia energética basada en energías renovables y almacenamiento, y su integración urbana a través de redes inteligentes y comunidades energéticas. Este enfoque transformará nuestras ciudades en ecosistemas energéticos circulares, donde los barrios producirán su propia energía limpia, reducirán emisiones y contribuirán de forma decisiva a la neutralidad climática.

Finalmente, después de una carrera dedicada a anticipar el futuro, ¿cuál es el próximo gran reto o la próxima frontera tecnológica que más te ilusiona investigar y divulgar desde Grupo Tecmared?

IL: Después de más de 25 años dedicados a anticipar tendencias de futuro y analizar el impacto de la innovación en la edificación y las ciudades, sigo convencida de que el futuro más apasionante aún está por construirse. Si miro hacia adelante, creo que el gran reto, y también la gran oportunidad, está en entender cómo la inteligencia artificial y los datos pueden ayudarnos a crear entornos verdaderamente humanos, sostenibles y resilientes. Durante mucho tiempo hemos hablado de digitalización, eficiencia energética o ciudades inteligentes, pero ahora entramos en una nueva etapa: una en la que la tecnología deja de ser solo una herramienta y se convierte en un agente transformador del modo en que diseñamos, gestionamos y habitamos los espacios.

A nivel profesional voy a seguir trabajando en profundizar en esa convergencia entre inteligencia artificial, sostenibilidad y bienestar, y explorar cómo estas dimensiones pueden integrarse de forma ética y responsable en el sector de la edificación y la ciudad. También creo que la rehabilitación del parque edificado existente, combinada con la gestión inteligente de los recursos y el empoderamiento ciudadano a través de los datos, marcará el rumbo de la próxima década.

En mi opinión, las ciudades y los edificios del futuro serán ecosistemas vivos e interconectados, donde la digitalización, la inteligencia artificial y el análisis de datos en tiempo real permitirán gestionar los recursos urbanos con una precisión y eficiencia sin precedentes. La economía circular se convertirá en el principio estructural del entorno construido, dando lugar a edificios concebidos como bancos de materiales, capaces de adaptarse, desmontarse y reutilizarse. La energía local y el almacenamiento distribuido transformarán la relación entre consumo y generación, favoreciendo comunidades energéticas más autónomas, colaborativas y resilientes. En definitiva,

<avanzamos hacia un modelo urbano donde la tecnología y la sostenibilidad convergen
para regenerar lo existente y construir un futuro más humano>

, en el que la innovación no solo se mida por la eficiencia, sino por su capacidad de mejorar la vida de las personas y del planeta.

Ese es, para mí, el gran horizonte de mi trabajo: seguir observando, anticipando y compartiendo cómo la transformación digital y la conciencia ambiental están redefiniendo la manera en que vivimos y construimos. Y desde Grupo Tecma Red, seguir contribuyendo a que ese futuro, que durante años hemos imaginado, se convierta en una realidad tangible a través de la información y la trasmisión de conocimiento.

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