Entrevista a Gracia Cid Blasco, urbanismo y sostenibilidad

Gracia Cid Blasco

Hoy tenemos el placer de presentaros a Gracia Cid Blasco, Arquitecta Urbanista experta en estrategias de transformación urbana y territorial, Socia Directora de Proyectos en City Focus, combina la actividad profesional con la actividad docente, la investigación y la fotografía, con más de 25 años de experiencia profesional en el sector.

¿Qué te impulsó a elegir la arquitectura y, más concretamente, el urbanismo como tu camino profesional?

GCB: Muchas gracias por contar conmigo para reflexionar sobre uno de los temas que más me apasionan, la ciudad. Esta es una magnífica pregunta y como suele ocurrir en urbanismo, no tiene una única respuesta.

En primer lugar, desde muy joven me atrajo la capacidad de la arquitectura para generar bienestar emocional e incluso su capacidad para transformar la vida cotidiana de las personas. Esa sensación tan intuitiva de “me siento bien aquí” o por el contrario, “este lugar no me invita a quedarme” para mi ha dependido en gran medida del contenedor o el espacio que nos acoge. Esta intuición adquirió verdadero sentido durante mi etapa de formación como arquitecto, en la ETSAM, donde tuve la fortuna de aprender de grandes maestros que despertaron en mi esa mirada más allá de la intuición. Hay docentes que no solo enseñan, sino que iluminan y despiertan caminos y en mi caso Alberto Campo Baeza fue determinante. En sus clases comprendí la profundidad, la poesía y la responsabilidad que encierra el ejercicio de la arquitectura.

Sin embargo, fue a través del urbanismo donde descubrí un ámbito de pensamiento que me resultaba aún más estimulante: la ciudad entendida como un organismo vivo, en constante evolución y profundamente conectada con la experiencia humana. Estoy convencida de que las ciudades son ecosistemas complejos, semejantes a los seres vivos por su capacidad de transformarse, relacionarse y albergar un alma propia. Esa comprensión, que abarca desde lo tangible de su morfología hasta lo intangible de su esencia y emociones culturales colectivas, es la que guía mi labor profesional, con la convicción de que trabajar en urbanismo significa trabajar para las personas y para su manera de habitar el mundo. ¡Y en eso estamos!.

Profesora de Urbanismo en la Universidad Francisco de Vitoria y Docente en el Externado de Colombia de la Maestría en Smart Cities, ¿Cuál crees que es el mayor desafío que enfrenta la educación en arquitectura hoy en día?

GCB: Tras más de dos décadas compaginando la docencia en urbanismo y ordenación del territorio con la práctica profesional en el desarrollo de estrategias urbanas y territoriales en diferentes universidades, considero que el mayor desafío de la educación en arquitectura y especialmente en urbanismo, es conectar la formación académica con la complejidad real que afrontan las ciudades contemporáneas. Esto implica reforzar el vínculo con el mundo profesional sin perder la capacidad crítica y creativa que caracteriza a la disciplina en el entorno universitario.

Comprender los retos actuales a los que se enfrentan nuestras ciudades y territorios como la crisis climática, la vivienda, los nuevos sistemas de movilidad, la incorporación de las tecnologías o las desigualdades sociales exige una mirada amplia y poliédrica, que excede el ámbito puramente arquitectónico. El reto que tenemos por delante como docentes consiste en avanzar hacia una formación interdisciplinar, que permita a los futuros arquitectos comprender, interpretar y anticipar transformaciones urbanas complejas, más allá del mero diseño del edificio.

Desde tu perspectiva profesional, ¿cuáles son los mayores desafíos que enfrentan las ciudades españolas en la actualidad en términos de planificación, sostenibilidad y cohesión social?

GCB: Desde mi punto de vista, el mayor reto al que nos enfrentamos hoy es abordar los procesos de transformación y planificación urbano-territorial con una mirada renovada que aporte nuevas perspectivas. La incertidumbre es probablemente el rasgo que mejor caracteriza el mundo actual: “No sabemos cómo será el mundo en los próximos 25 años” dice Yuval Noah Harari. En un contexto global marcado por cambios profundos y acelerados e incertidumbre, no podemos seguir afrontando estos desafíos con los mismos parámetros que utilizábamos en siglos pasados. En este escenario, la creatividad y la innovación adquieren un papel decisivo para imaginar el futuro de nuestras ciudades y territorios en términos de sostenibilidad (económica, social y ambiental) y en definitiva, para legar un hábitat mejor a las generaciones futuras.

En mi opinión,

<el desarrollo urbano debe responder en primer lugar a los grandes
objetivos de la sostenibilidad>

(entendida en sentido amplio) y volviendo a la analogía con los seres humanos, debe ser el corazón del desarrollo urbano. La mitigación y adaptación y al cambio climático es una urgencia ineludible. Las ciudades deben avanzar hacia modelos más resilientes, reduciendo emisiones, renaturalizando espacios urbanos, gestionando mejor los recursos hídricos y energéticos, etc. En definitiva, la infraestructura verde y azul de la ciudad, así como la transición energética no pueden ser proyectos aislados, sino parte estructural del modelo urbano. Por otro lado, necesitamos políticas integrales que garanticen la inclusión, accesibilidad, diversidad y equidad, reforzando el espacio público como lugar de encuentro e identidad colectiva y entendiendo la cohesión social como un componente esencial del desarrollo urbano.

En términos de planificación necesitamos herramientas más sencillas, flexibles y estratégicas, capaces de marcar objetivos de ciudad a partir de la definición de un “Modelo de Ciudad” y al mismo tiempo, de adaptarse a las necesidades cambiantes de la sociedad en cada momento. Necesitamos poner en práctica nuevas herramientas que superen los escenarios cerrados que planteaban los Planes Generales, instrumentos aún vigentes que responden a lógicas del siglo XX: rígidas, excesivamente normativas e insuficientes para gestionar un contexto de cambio acelerado. Una mirada más abierta y plural que incorpore a la ciudadanía y que, apoyándose en la tecnología sea capaz de definir marcos de referencia dinámicos sobre los que desarrollar actuaciones urbanas concretas. Estas herramientas deben dar respuesta e imaginar escenarios basados en la realidad territorial y social en la que se inscriben, así como fomentar una visión de carácter supramunicipal, cohesionada socialmente y basada en la coherencia y la complementariedad entre diferentes realidades territoriales.

En definitiva, se trata de “hacer ciudad” evolucionando hacia modelos urbanos más humanos, resilientes y adaptativos que basándose en la utilización de nuevas herramientas de naturaleza estratégica, sean capaces de adaptarse a cada momento, evidenciando sus valores, sus necesidades o su identidad de cara a la transformación futura.

Desde tu doble perspectiva como profesional y académica, ¿cuál consideras que es el principal nudo gordiano que el urbanismo español debe desatar en la próxima década? La crisis de acceso a la vivienda, la adaptación climática, la regeneración de la ciudad existente …

GCB: Como se deriva de la pregunta anterior, la sociedad demanda procesos ágiles y sin embargo, la normativa urbana y las figuras de planeamiento tal y como se conciben actualmente, no logran dar una respuesta adecuada a esta necesidad por sus dilatados tiempos de gestión, tramitación y su rigidez estructural. Esta tensión entre la velocidad del cambio y la lentitud del planeamiento es en sí misma es, desde mi punto de vista, el principal nudo gordiano que debemos desatar. Y luego están los desafíos que la sociedad afronta y que todo proceso de transformación urbana conlleva: el acceso a la vivienda, el cambio climático, los procesos de regeneración o intensificación de la ciudad existente, el equilibrio social, la movilidad, etc…. pero si no conseguimos resolver aquel en primer lugar, serán difíciles de abordar.

Necesitamos abordar de forma integrada estos grandes retos mediante herramientas capaces de operar con mayor flexibilidad, anticipación y capacidad de ajuste continuo.

Para ello, desde la Universidad, debemos formar profesionales comprometidos con la ciudad que desarrollen una mirada holística antes los retos de la transformación. Una mirada que contemple de forma integrada y a la escala adecuada cada reto a los que se enfrenta la ciudad. Durante demasiado tiempo hemos abordado estos retos desde compartimentos estancos, cuando en realidad forman parte de un mismo sistema. La crisis de la vivienda no puede resolverse sin la existencia de un modelo territorial que traspase las fronteras administrativas municipales, así como, por ejemplo, la adaptación climática exige renaturalizar, rehabilitar y repensar tejidos urbanos consolidados y en general, la regeneración de la ciudad existente solo será efectiva si garantiza la intensificación de usos y densidades, en aras de potenciar la vitalidad urbana y el acceso a los sistemas de transporte colectivo.

Tu doctorado se enmarca en la Urbanística y Ordenación del Territorio, nuevas aproximaciones a los procesos de transformación urbana basados en la experiencia del lugar. ¿Podrías explicarnos cuál es la pregunta fundamental o la hipótesis central que impulsa tu investigación?

GCB: En este contexto de incertidumbre del que hablaba anteriormente, las ciudades se enfrentan a retos complejos que requieren nuevas formas de entender y gestionar su desarrollo. La aceleración del cambio y la creciente importancia de las dinámicas sociales, económicas y ambientales obligan a replantear las herramientas y enfoques tradicionales del urbanismo. Ya no basta con interpretar la ciudad únicamente desde una perspectiva física o funcional; es necesario integrar visiones más amplias y sensibles a las realidades humanas, culturales y emocionales que dan forma a cada lugar. Es necesario adoptar una nueva mirada para aproximarnos a la ciudad que permita comprender el hecho urbano de manera más completa. Para ello, resulta fundamental incorporar aproximaciones alternativas e innovadoras, donde otras disciplinas como el arte y los procesos creativos tengan un papel central.

La investigación que estoy llevando a cabo se inscribe en estas premisas de partida, concretamente en la confluencia entre la disciplina urbanística, el descubrimiento o la experiencia del lugar de la que ya nos hablaba Jane Jacobs en los años 60 en su libro “Muerte y Vida de las Grandes Ciudades” y en y el uso de la fotografía como un potente medio de registro y expresión. Los dos mundos, mis dos grandes pasiones.

A lo largo de estos últimos años, he desarrollado ensayos fotográficos, publicado artículos y estudiado la obra de grandes autores fotógrafos que han puesto su mirada en la ciudad. Este recorrido me ha permitido descubrir la capacidad de la fotografía no sólo para revelar de forma descriptiva los aspectos tangibles (físicos y morfológicos) del espacio urbano, sino también para evidenciar sus dimensiones más intangibles (esas de los que hablaba en la primera pregunta), aquellas que no se perciben de inmediato, pero que emergen en la mirada pausada y consciente y que permiten desvelar la esencia y el significado profundo de la ciudad.

Esta actitud contemplativa, muy alejada del ritmo vertiginoso que impera en la sociedad actual, se materializa en la investigación a través de la práctica de la deriva, la observación y experiencia directa y el uso de la fotografía consciente como principal dispositivo de registro y reflexión. El fin último de la investigación es revelar el significado integral del espacio urbano, ofreciendo una lectura más afinada y respetuosa con la identidad de cada lugar, en sintonía con los retos que plantea el mundo contemporáneo.

La pregunta que guía este trabajo es por tanto: ¿Cómo puede la fotografía en su doble condición de producción y observación revelar la esencia de un espacio urbano e inspirar su transformación de manera respetuosa hacia el futuro?. Es un camino apasionante el que estoy recorriendo con esta investigación, que reúne mis intereses esenciales y que confío contribuya a evidenciar los valores intrínsecos de la ciudad para proyectar desde el respeto al pasado su visión de futuro.

En 2019 ganaste el concurso fotográfico «Un mundo Rural Vivo» con tu obra «María». ¿Qué historia hay detrás de esa fotografía y qué significa para tí ese reconocimiento?

GCB: Esta pregunta me toca el alma de lleno. Fue una época de cambio a nivel profesional, en la que la fotografía (que siempre había sido importante para mí), se convirtió en esencial. Algo que hasta la fecha era una gran afición, se convirtió en un modo de expresión fundamental para mí. Inicié formalmente los estudios de Fotografía en la Escuela Internacional del Master Photoespaña PIC.A Alcobendas y en ese contexto desarrollé una serie de proyectos fotográficos documentales que, la verdad, me han dado buenas alegrías (fotográficamente hablando) e incluso han supuesto la base sobre la que se asienta mi investigación doctoral.

Sabugu” fue el nombre que le di al primero de ellos. Así llamaban nuestros antepasados a la localidad de Jabugo (la capital del cerdo ibérico), situada en el Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche, en Huelva. Pero también es una marca, un modo de vida y un proyecto de futuro para la familia de mi sobrina “Maria”, que con 5 años se trasladó con su familia (uno de mis hermanos, su mujer y otros dos hijos más pequeños) de la ciudad de Madrid al campo onubense. Conscientes de los atractivos y el potencial de este territorio, María y su familia cambiaron su modo de vida urbanita por una experiencia de vida rural ligada al desarrollo de una iniciativa dedicada a la cría del cerdo ibérico. Una vida comprometida con el medio rural en la que han aprendido a valorar lo auténtico, a conocer sus raíces, respetar la naturaleza y a entender que hay otras maneras de estar en el mundo.

Un proyecto muy especial para mí por razones obvias y también porque supuso un salto en mis intereses fotográficos hasta el momento. Me encontré hablando con imágenes de otras realidades territoriales ligadas al ámbito rural (yo que siempre había estado obsesionado con la fotografía urbana) y casi sin darme cuenta supuso un antes y un después en mi forma de fotografiar en la que descubrí entre otras cosas, la importancia que tienen las personas en el contexto de la fotografía documental.

María” obtuvo este premio del Ministerio de Agricultura de España, pero el mejor premio me lo llevé yo, conviviendo con ellos durante días para documentar su experiencia vital.

El modelo de «ciudad compacta» se enfrenta a la realidad post-pandemia de una búsqueda de espacios más abiertos. ¿Cómo se equilibra la necesidad de densificar para evitar el consumo de suelo con la demanda ciudadana de una mayor calidad de vida y espacios verdes?

GCB: El debate entre “ciudad compacta” y “ciudad extendida” con espacios más abiertos no es nuevo, yo lo vengo escuchando desde que estudiaba urbanismo en la Universidad. No obstante, la pandemia lo ha reavivado, abriendo el debate entre el ecosistema de profesionales del urbanismo.

<La presencia de la naturaleza en la ciudad no debe basarse únicamente en la
existencia de parques o zonas verdes sino en una red continua de sistemas
ambientales que impregnen el desarrollo urbano>

Como comentaba en preguntas anteriores, la sostenibilidad debe estar en la base de cualquier desarrollo urbano y esto deriva en una mejora de la calidad del espacio urbano y por tanto de la calidad de vida en la ciudad.

El modelo de “ciudad compacta” no debería por tanto enfrentarse o competir con la idea de consumir suelo para incorporar más espacios verdes en la ciudad. La compacidad es esencial para evitar el consumo de suelo, favorecer la movilidad sostenible y garantizar la mezcla de usos, pero eso no implica renunciar a la calidad de vida ni mucho menos a la introducción de medidas orientadas a la sostenibilidad ambiental y la generación de espacios más saludables en la ciudad.

Desde mi punto de vista, la clave de este conflicto radica en reinterpretar este concepto repensando el concepto de densidad y sin tratarla como la mera acumulación de edificios sino como la incorporación de la “intensidad urbana bien diseñada”: Barrios completos, accesibles, con usos que favorezcan la vida diaria de sus habitantes, facilidad de acceso a los sistemas de movilidad sostenible y el transporte público, y con suficiente compacidad para garantizar la actividad y la vida urbana a través de la mezcla de usos, pero sin caer en densidades que resulten asfixiantes, apostando por una masa crítica de población que permita un tejido urbano activo, funcional y equilibrado. En definitiva, barrios vibrantes, integradores y con calidad de vida.

Pensando en los grandes retos de nuestro tiempo, ¿qué papel juega la tecnología en la creación de ciudades más sostenibles y resilientes? ¿De qué manera pueden el BIM y la IA ayudarnos a diseñar entornos urbanos que respondan mejor al cambio climático y fomenten la economía circular?

GCB: “Estamos viviendo la mayor época de cambio de la historia de la humanidad y la mayor acumulación de tecnología que ninguna otra generación ha tenido hasta ahora”, José María Álvarez Pallete, ExPresidente de Telefónica.

La innovación tecnológica nos lleva a un mundo en el que, cada vez en mayor medida, el conocimiento está en las máquinas. En el mundo urbano, hemos vivido el auge de la tecnología a través de la euforia de la Smart City, como la ciudad que incorpora la tecnología para la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos, pero también hemos detectado el riesgo que genera vincular la calidad de un modelo urbano inteligente a la aplicación de ciertas tecnologías digitales.

En este interesante momento que estamos viviendo, es muy oportuno reflexionar sobre qué modelo de ciudad es el más inteligente, el idóneo para esta sociedad nueva y cambiante, cuáles son sus claves y retos, y qué elementos de la tradición debemos preservar y cómo podemos incorporar las innovaciones para construir una ciudad mejor hacia el futuro.

A mi particularmente me gusta hablar del concepto de Inteligencia Urbana aplicada a las ciudades: Una ciudad pensada en valores, construida desde una visión y que incorpora las tecnologías al servicio de la visión. Tecnologías sí, pero siempre al servicio de un modelo urbano y una visión inteligente de la ciudad hacia el futuro.

La tecnología juega hoy un papel decisivo en la construcción de ciudades más sostenibles y resilientes. No como un fin en sí mismo, sino como una herramienta que permite ampliar nuestra capacidad de comprender, anticipar y gestionar la complejidad urbana. Necesitamos instrumentos que integren datos, agilicen procesos y faciliten una toma de decisiones más informada y estratégica.

En mi opinión, tanto el BIM como la inteligencia artificial son aliados fundamentales para conseguir estos objetivos. BIM nos permite entender edificios e infraestructuras a lo largo de todo su ciclo de vida, tomar decisiones más eficientes y favorecer la economía circular desde el diseño. La IA, por su parte, nos ofrece una capacidad analítica y predictiva que ayuda a anticipar riesgos, optimizar recursos y comprender mejor el comportamiento urbano. Estas herramientas amplían nuestra mirada y nos permiten intervenir en el diseño de ciudades de forma acorde con los retos climáticos y sociales actuales. Pero además de estas herramientas podríamos hablar también de los SIG (Sistemas de Información Geográfica), la IoT (Internet de las Cosas), los Gemelos Digitales Urbanos o los Simuladores Digitales, que no sustituyen la intervención humana sobre la ciudad, pero sí amplifican nuestra capacidad de comprenderla, anticipar problemas y diseñar soluciones más integradoras y sostenibles.

Para terminar, ¿qué consejo le darías a un estudiante que hoy empieza la carrera de arquitectura?

GCB: Para terminar, la pregunta más difícil. Siempre he pensado que no es sencillo dar consejos, pero sí puedo compartir mi experiencia por si puede servirle a quien hoy comienza este camino. De hecho, lo que voy a decir es lo que suelo transmitir a mis alumnos cuando me preguntan.

En primer lugar, le diría que estudiar Arquitectura no es un recorrido fácil, pero cuando se vive con pasión y determinación está lleno de momentos extraordinarios. La vocación es fundamental: hacer las cosas con corazón, convicción y cariño no garantiza el éxito, pero contribuye decisivamente a alcanzarlo. Cabeza y corazón alineados para un mismo objetivo.

También le diría que habrá etapas exigentes y otras profundamente estimulantes; esa alternancia forma parte de la esencia de la carrera. La Arquitectura absorbe: pide tiempo, entrega y constancia. En ese proceso, es natural descubrir áreas que despiertan más interés que otras; así es como se va construyendo una mirada propia. Creo firmemente que los valores personales impregnan la práctica profesional de cada uno, dando lugar a una manera propia de abordar cada proyecto. La carrera no consiste solo en adquirir conocimientos, sino también en formarse como persona y aprender a comprender e interpretar el mundo desde nuevas perspectivas para intervenir en él, siempre mejorándolo. No hay que perder de vista que los protagonistas de nuestra actividad profesional somos las personas.

Y por último, pero no menos importante, le animaría a no perder nunca la curiosidad ni la necesidad de aprender. Es, sin duda, la mejor forma de crecer profesional y personalmente.

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