Entrevista a Alexandra Delgado Jiménez, AD Arquitectura Urbana
Hoy tenemos el placer de presentaros a Alexandra Delgado Jiménez, Doctora en Arquitectura y Planificación Urbanística, profesora del Taller de Planificación Avanzada del Máster en Arquitectura de la Universidad Nebrija, investigadora principal de At-the-oUtset, fundadora de AD Arquitectura Urbana.
¿Qué es lo que te empuja a estudiar arquitectura?
AD: Pues realmente no sabía qué estudiar porque me interesaba todo. Y fue a raíz del viaje de la Ruta Quetzal con 16 años, cuando conozco las ciudades de Bolivia, con esa retícula, ese orden, y me enamoro del urbanismo y decido ser arquitecta, quería diseñar ciudades. Fue un viaje iniciático. Miguel de la Quadra siempre repetía el aforismo «Conócete a ti mismo» y realmente, en ese viaje me conocí. Y me alegro mucho de haber elegido arquitectura.
Tu tesis doctoral analizaba la evolución y crisis de la región de Madrid. Si tuvieras que actualizarla hoy, ¿cuál sería el nuevo capítulo o el principal argumento que añadirías?
AD: Creo que lo más importante que añadiría es el actual papel de la sociedad, la participación ciudadana. Nuestra organización como comunidad nos permitiría poder alcanzar objetivos de mayor justicia social.
<El urbanismo sin las personas solo es diseño>
Lo más interesante son las posibilidades de la planificación al servicio de la vida.
Como parte de la Unidad del Conocimiento de beBartlet, ¿cómo se puede cerrar la brecha entre la investigación académica en urbanismo y la toma de decisiones políticas en el día a día de los ayuntamientos?
AD: Formo parte de ella, junto a muchos compañeros, como Manuel Franco o Irene Lebrusán, por citar algunos. Creo que lo más importante para cerrar la brecha es aplicar la investigación académica en estudios de caso aplicados. Que sean simples o complejos, pero que se puedan medir, para ver la mejora de la calidad de vida de los vecinos, de todos nosotros. La investigación básica es clave, porque muchas veces necesitamos buscar sin saber dónde lo vamos a aplicar. Pero cuando se aplica, esa es la verdadera satisfacción, la transferencia de conocimiento para trabajar no «como siempre se ha hecho» sino como necesitamos que se haga para nuestro futuro común.
En el contexto de la crisis climática, ¿qué papel juega el rediseño de las ciudades que surgieron a principios de los 2000 con el «boom inmobiliario»?
AD: En territorios como el europeo, la palabra clave es transformación, porque se trata de un territorio casi totalmente antropizado, donde el hombre ha cambiado todo, incluso lo aparentemente natural. En el boom inmobiliario, muchas veces primaba la cantidad y celeridad de los procesos de desarrollo urbano a la calidad ambiental. El rediseño de las ciudades donde se concentra la población y consumo de recursos, tiene la gran potencialidad de ponerse al servicio de nuestra calidad de vida, con un cierre de ciclos en lo material, energía, agua, recursos, y un aumento de la justicia social y del reequilibrio territorial. Pero estas ideas tienen que materializarse en planes, proyectos, operaciones. Hay que pasar de las musas al teatro.
Has recibido la Beca Internacional Bernd Steinacher de METREX para jóvenes urbanistas. ¿Cómo ha influido esta perspectiva internacional en tu forma de entender y analizar los problemas urbanos locales de España? ¿Es muy diferente lo que se ve fuera de nuestras fronteras?
AD: Poder viajar, colaborar con otros compañeros en el extranjero y trabajar en otras países me ha mostrado que todos tenemos problemas comunes, aunque las prioridades son las que cambian.
Esa pregunta me la han hecho muchas veces. Creo que todas las realidades urbanas tienen mucho en común, el entorno construido, los flujos naturales y artificiales y la naturaleza, y lo que nos diferencia es la proporción entre ellas y el papel de la sociedad en el relato urbano.
La premisa central de «Transición energética y construcción social del territorio«, libro que editas junto a Roberto Álvarez y Joaquín Farinós, es que la transición energética, para ser justa y eficaz, debe ser un proceso de construcción social y democrática del territorio con la participación activa de la ciudadanía. ¿Por dónde habría que empezar para que esto fuese una realidad?
AD:
<Tenemos que dar a conocer que la transición energética hacia
fuentes renovables es una revolución>
, como lo fue en el pasado la Revolución Neolítica o Industrial. Pero en ellas no siempre hubo una conciencia colectiva de que somos actores del cambio. La actual transición energética necesita del territorio para su despliegue, con cubiertas llenas de placas solares en nuestras ciudades, o parques eólicos en nuestro territorio, por citar algunos ejemplos. Debemos ser conscientes del cambio que esto supone y que junto al decrecimiento en el consumo podemos llegar a la autonomía energética de los territorios. Pero eso supone afectar a las comunidades locales, a nuestros pueblos y barrios. ¿Cómo lo hacemos? O formamos parte de la toma de decisiones u otros tomarán las decisiones por nosotros. Tenemos que concienciarnos, porque es algo, que con estrategia y generosidad puede ser positivo para todos.
Si tuvieras recursos y poder ilimitados para implementar una única medida transformadora en el urbanismo de Madrid, ¿cuál sería?
AD: Qué pregunta más difícil y a la vez tan fácil. Reduciría la pobreza espacial, que para mí se define como la falta de acceso a equipamientos y servicios, y a la naturaleza, a las áreas verdes urbanas, y también falta de diversidad del tejido urbano, con poca mezcla de usos. Y tiene un componente que es la pobreza energética, con la vulnerabilidad asociada. Empezaría por los barrios más desfavorecidos para que todo el mundo tuviera más posibilidades de alcanzar sus sueños y vivir con dignidad. El espacio, el entorno, nos da alas o nos puede apresar.
¿Qué consejo le darías a un joven urbanista o arquitecto que empieza su carrera hoy? ¿Qué habilidades, más allá de las técnicas, son fundamentales para tener un impacto real?
AD: Como dice una de las urbanistas más inspiradoras para mí, Paola Viganò, el futuro se diseña. Ese consejo lo aplico en mi día a día. Se puede hacer de el futuro lo que se quiera. Aunque heredemos ideas o realidades, todo se puede cambiar. Hay que creer en el proceso y no esperar mucho demasiado pronto. Lo pequeño hace lo grande, lo poco hace lo mucho.
La principal habilidad es mantener confianza en tus compañeros de viaje en los trabajos, que son siempre colectivos, y en el proceso: la confianza genera confianza. Y también ser crítica con la realidad pensando siempre si lo que hacemos o lo que vemos es lo deseable.
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